El cuerpo
torturado y quemado de Otto René.
Los cuerpos
nunca hallados de Roberto, Luis, Rebeca.
Los cuerpos
violentados de Alaide, Óscar Arturo.
Los cuerpos
desarraigados de Mario, Manuel José, Otto-Raúl.
El alma angustiada, anclada en el exilio, de Cardoza, Tito.
Las estadísticas.
Doscientos mil muertos.
Millón y medio de gente exiliada en su propio país.
Medio millón exiliada en otros países.
El récord mundial en desapariciones.
Las mujeres
violadas, torturadas, mutiladas, que ya son lugar común.
Los niños
somatados contra las rocas, que ya son lugar común.
Los niños
dados en adopción a parejas frígidas en los Estados Unidos.
Los niños
hijos de casa de la oficialidad.
El
fratricidio como política de Estado en forma de Patrullas Civiles.
El miedo.
La angustia.
El silencio.
El olvido.
La descalificación.
La negación.
Que no caben en ninguna cifra.
El orden de
los factores no altera el producto
La
Guatemala de hoy.
Y nosotros, satisfechos por poder flotar en este mar de sangre.
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